lunes, 24 de octubre de 2016

No es una noche cualquiera 2

Cuesta mucho asimilar que ya no podrás sentir las sábanas sobre tu cuerpo, que no podrás volver a correr o pintarte los labios, no es que yo me maquillase mucho, pero si pudiera, si volviese a tener la oportunidad, lo haría todos los días.
Es curioso como de repente quieres hacer todo aquello que antes te daba igual o no creías que mereciese la pena hacerlas.
No valoras lo que tienes, ni lo que haces, incluso crees que eres inmortal, que todo les puede ocurrir a los demás, pero nunca a ti.
Mientras paso mis noches, eternas, vagando por este mundo paralelo pienso y observo como mi hermana malgasta su vida llorando por la mía.
Intento hablarle, hacer que me sienta, pero lo único que consigo es hundirla.
Mi madre no le habla, dice que yo era su favorita, gran mentira; creo que se siente culpable por no valorarme y lo hace ahora que no me tiene.
Mi padre, mi padre odia ver a mi hermana tan mal, me echa de menos, a su manera, pero siempre ha pensado que los que se quedan, los vivos, deben vivir. Y eso hace.
Mi hermano intenta ocupar mi lugar, hacerse ver, pero mi hermana no abre los  ojos ni para comer.
A veces paseo por casa de mis amigas, casi ninguna me recuerda, siguen su vida, incluso nuestras fotografías han desaparecido de corchos y paredes, no soy ni un recuerdo. 
Mi novio, él está igual o peor que mi hermana, pero no siento compasión, esa misma noche averigüé que no sólo tenía ojos para mí, tal vez por eso bebí tanto, aunque no es excusa y tampoco lo recuerdo con exactitud.
Ahora que tengo tiempo creo que me divertiré haciendo que mis amigas me recuerden, lloren mi muerte.
¿O a caso en vida fui tan mala persona como para qué no me recuerden?
 

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