Sus vidas se estaban consumiendo por un secreto, el que ambos compartían y nadie decía.
Mi hermana volvía a ser ella, tenía mejor color de cara y sin ojeras; pero evitaba hablar con nuestros padres, mi madre no quería verla y mi padre, él sobrevivía.
Quería que dijesen, a mi familia que ellos me engañaron, que no les importé, pero después de tanta tortura lo único que confesaron fue lo que ninguno esperábamos.
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