al otro le perdí.
El color nos separó y,
el odio lo mató.
Mi corazón destrozado quedó
y jamás pude vengarme
de la muerte de este,
gran corazón.
Un sin fin de guerras,
un sin fin de odio,
un sin fin de dolor,
provoca hoy en día
gran convulsión.
Gente de mí mismo color
mató a sangre fría
a un joven negro que
contaba con la corta
edad de ocho años,
sin remordimiento
alguno acabaron
con una vida
igual que la mía.
Antes si no eras
quien ellos querían
muerto acabarías
y sin remordimientos
quedarían.
Este poema lo presenté en el primer concurso que gané con diez años y quería compartirlo con todos.
Espero que os haya gustado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario