Mi madre abrazó al que fue mi novio como si así me fuese a recuperar.
Mi hermana los miró con desprecio absoluto y yo, me limité a no hacerme ver.
Se sentaron en el sofá crudo de mi casa, pidieron un refresco y mientras sus manos se movían nerviosas intentaban hablar, decir lo que habían ido a decir, pero no sabían cómo hacerlo.
Finalmente mi hermana exasperada cortó el buen rollo fingido y les pidió que fuesen al grano.
Los jóvenes se miraron y fue "mi novio" quién dio el paso.
- Yo soy culpable de la muerte de su hija, aquella noche me pilló engañándola aunque creo que lo intuía desde hacía meses.
Bebió demasiado, tal vez para olvidar; pero amenazó con destruirme y no odia permitirlo. Jamás pensé en hacerle daño, sólo asustarla. Cogimos el coche y fuimos tras ella, pensé que iba sola y dándole un golpecito se asustaría y callaría. Pero, el golpe fue mayor de lo que pretendía y provocamos el accidente, pero su hija no murió allí. Nos escondimos tras los arbustos, asustados y vimos como aún respiraba, con dificultad, dijo unas palabras que no logramos entender y rápidamente vimos a su otra hija acabar con la vida de su hermana, asfixiándola.
Tanto mis padres como yo miramos a mi hermana que derramaba lágrimas...
- Deberías ser tú quién estuviera aquí tirada, yo sabría qué hacer. Y lo hice.
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