Hoy es miércoles y en Denia llueve, así que me he dicho "voy a escribir un post" al madrugar y dejar de soñar me he acordado de Richard Gere.
Sé que no tiene sentido, ninguno, pero mi mente funciona así; de repente me pone ideas y luego las entrelaza y eso ha ocurrido hoy. Día lluvioso y Richard Gere un post... No, húmedo no.
En muchas de mis historias hago referente a dicho actor en la película Pretty Woman y del daño que hizo al igual que el mundo de princesas de Disney.
Volvemos al post anterior sobre lo que la sociedad marca, ya que desde niñas nos ponen películas Disney como La Cenicienta (mujer limpiadora y esclava de su madrastra enamora al príncipe y viven felices) la verdad sería otra, que deja una casa para limpiar otra. Blancanieves se come la manzana prohibida y se queda dormida con siete tíos para ser "rescatada" por un príncipe que la besa por primera vez y ya la ama.
La Bella Durmiente se queda dormida a los 16 años tras tocar una rueda mágica, por no decir que era una malcriada que no quería acabar cómo Cenicienta y decidió dormir hasta que viniese el príncipe y la despertase con un beso. ¿Si no le hubiera gustado el beso se hubiese echado otra siesta hasta que viniese otro que luchase contra el dragón y le gustase más o se hubiera ido con los siete tíos de Blancanieves?
Como decía, desde niñas (mi generación es la de 1985) ya nos inducen a que sea un hombre quién salve a la mujer y que soñemos con cuentos de hadas que la única que ha podido hacerlo realidad ha sido Leticia, se casa con un príncipe y ahora es reina. ¿Cuántos sapos habrá besado?
Y por si no fuera suficiente crecemos, y al crecer tras una infancia Disney te encuentras con películas como Pretty Woman, un hombre rico rescata a la pobre chica de la calle subido en su corcel, digo limusina blanca. Muy guapo y muy rico.
Luego ves Dirty Dancing, una chica rica y con principios se enamora del "malote" tío bueno y sin dinero que ameniza tus vacaciones bailando.
El baile no puede ser más sensual, atractivo y sexual que no duda en aprender de un desconocido y que luego muestra sin pudor delante de los veraniegos en los que se incluye su padre.
Pero no podemos no hablar de una de las sonrisas más bonitas de Hollywood, Tom Cruise en Cocktail.
Repetimos la jugada de la niña rica que pese a llevarle la contraria a su progenitor se queda con el camarero de sonrisa bonita y viven felices para tomar chupitos el resto de sus días.
Me gusta porque ella deniega de su dinero, se queda con él aún a riesgo de que no vaya a funcionar el bar o a que el mundo de la noche es turbio y pueda tener más cuernos que un toro, pero de eso ya sabe porque ya se los puso y sólo tenía un chiringuito.
¿Por qué tiene que venir un hombre a salvarnos? Tal vez nos rompamos uñas, pero las tenemos para arañar.
¿Por qué en todas las películas o libros uno de los dos protagonistas es rico? Puede que en la vida real ocurran esas cosas, pero también la separación de bienes.
Una historia sobre el proletariado no estaría mal, personas normales, de la calle. Una panadera y un mecánico y nada de historias con las que puedes soñar porque realmente no vas por la calle te tropiezas y caes sobre los brazos de Bon Jovi.
Por otro lado pienso que nos escondemos en esa clase de películas y libros sabiendo que es imposible porque es otra manera de soñar, creer que se puede hacer realidad lo imposible.
Si hace quince años me hubiese encontrado con Tom Cruise y se hubiese enamorado de mí me habría decepcionado bastante después de saberse lo que se sabe de él. Mejor quedarme con él en mi pedestal de Top Gun y soñar que verlo en la realidad.
Pero, ¿nosotras estamos preparadas para la realidad?
Cuando terminamos de ver una película (en caso de tener pareja) o de leer un libro siempre comparamos la forma de tratar a la protagonista de cómo te tratan a ti.
Ficción pura y dura y os digo más, ¿para qué queremos un hombre o mujer perfectos si nosotros no lo somos?
Cuando haces de la otra persona alguien que no es acaba decepcionándote, al igual que nosotros a la otra persona.
Tal vez porque te han enseñado o has visto en películas que una buena esposa tiene que llevar a los niños al colegio, no puede negarle nada a su amado y le trae sus zapatillas y una cerveza al entrar por la puerta.
Nos creemos que eso está pasado y no; por desgracia en muchas casas se sigue creyendo que el hombre debe de trabajar y la mujer no debe de poder realizarse como persona más que ser creativa cocinando.
Claro que todas hacemos "¡ohhhh!" después de ver Pretty Woman y pedimos un Richard Gere, luego te das cuenta que sólo te lleva de compras si tenéis una boda porque el resto de los días llevas uniforme, ¿para qué necesitas tanta ropa? Si para limpiar te pones chándal y para correr nada porque no corres. El final de dicha película, en la actualidad, es que la empresa de Gere quebraría y Vivian (Julia Roberts) dispuesta a no volver a ver las calles de la misma manera, sino que los de la calle se giren para mirarla a ella. Mata a Gere con arsénico y cobra el seguro de vida para seguir viviendo bien su nueva vida.
Estas son gilipolleces que se me ocurren para hacer ver que todos los cuentos no acaban aunque pongan la palabra FIN, hay otras que nacen tras esas letras.
Leí el otro día la historia de una chica que había idealizado toda una vida con el chico que le gustaba y él sin saberlo, cuando por fin da el paso ella y tiene la suerte de no ser rechazada, descubre que nada tenía que ver con lo que ella había imaginado. El poder de la mente puede traicionarte creyendo que un hombre, o una mujer; pueden ser lo que tú quieres que sean y no siempre se tiene la respuesta correcta o la risa apropiada o el detalle que esperas.
Se trata de no esperar nada de nadie y dejar que sea la vida quien fluya y te enamores de la persona que tienes a tu lado por ser quién es, no por intentar ser una marca registrada o un Don Juan en potencia.
Quiero dejar claro que soy la primera que lee historias románticas (no creíbles) y la primera que en sus días bajos mira Pretty Woman, Cocktail o Cuando Un Hombre Ama a Una Mujer, entre otras.
Creo que para las personas racionales como yo es una manera de olvidar la verdad creyendo que existe el amor, ese amor dónde no se pelean o se arregla con una sonrisa. En la vida real, y no debería ser así, nos enfadamos mucho más siendo rencorosos y sacándolo en la siguiente pelea en lugar de disfrutar del momento, del abrazo y un beso al igual que lo hacemos saboreando el aroma de un café que ni si quiera te tomas porque llegas tarde a trabajar.
No nos levantamos dos horas antes para ducharnos y desayunar cereales, zumo y tostada; nos daremos con un canto en los dientes si desayunamos una barrita de cereales mientras bajamos las escaleras para que no se nos quede pegado en el culo.
La sociedad quiere que seamos estereotipos perfectos, yo me conformo con ser imperfecta y que me quieran por esas imperfecciones que complementan mis virtudes.
Eh, pero es mi humilde opinión, nada más.
Nos leemos en el próximo post y recordad, no idealicéis, mejor darse de bruces con la realidad que con una ficción subida en un pedestal.
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