Cada mañana me levanto y mirándome al espejo me pregunto por el día que tendré hoy...
Cuando me dejaste lloré y cada día me preguntaba el motivo, si hice algo mal, si podría haber actuado de otro modo.
Tantas preguntas sin respuesta que cada día me atormentaba y atormenta, incluso me deja sin aliento e incluso durmiendo te veo e intento no despertar para que no desaparezcas; imposible, al abrir los ojos no estás a mi lado ni en ninguna habitación.
Todo ocurre por algo aunque no encontremos respuesta, aunque nos duela y lloremos creyendo que la vida se nos termina; todo ocurre por algo.
Llega ese día en el que te encuentras sola, crees estarlo, lo estás; aunque hayan mil personas a tu alrededor nadie, absolutamente nadie puede hacer que esa pena, esa ausencia, ese trozo de corazón que te han arrebatado vuelva.
Claro que vuelves a sonreír, reiré a carcajadas pero no podré compartirlo contigo, cada experiencia, cada beso que de y cada ilusión la viviré sin poderte abrazar, dar las gracias por haber estado a mi lado, por haberme enseñado a levantarme con cada caída.
Nunca me olvido de que no quieres verme llorar, que afronte la vida con determinación y alegría, sin miedo; pero ahora camino sola en una llanura donde me siento chiquitita, con mucha inseguridad, miedos y desconfianzas busco mi lugar convencida de que todo ocurre por algo.
Predispuesta a pensar así creo que la gente que me rodea, la buena y la mala, están ahí para enseñarme y a que te extrañe cada día.
Cada noche antes de dormir miro al cielo buscándote, creyendo que me sonríes orgullosa de mí aunque ya no sea aquella niña confiada, cariñosa, amorosa y alegre que solía ser.
No me he cansado de luchar ni de preguntarme cosas, puede que haya dejado de quererme, de verme como tú me veías. No quiero engañarme, ya no soy tu niña.
Aquella seguridad se desvaneció el mismo día que tuve que elegir tu último vestido. Claro que soy fuerte, pero hay días en los que preferiría no pensar que si te has ido para que yo sea más fuerte y viva la vida preferiría haberlo aprendido de otro modo.
Quiero compartir mi alegría contigo, llamarte y decirte que soy feliz, que mi vida es lo que soñaba cuando era niña, pero te mentiría porque no estás en ella. No verás como envejezco ni a tus nietos corretear pero si todo ocurre por algo quiero saber porque no encuentro ese algo que consuele mi dolor.
No es cierto que con el tiempo lo lleves mejor, tengo más cosas que contarte y hablo sola, esperando una respuesta que nunca llega.
Hubo una época en la que veía señales creyendo que me indicabas un camino, pero he aprendido que yo y solo yo soy dueña de mis actos y sus consecuencias.
Espero que estés dondequiera que estés, real o no, te sientas orgullosa de ver que cada día sonrío buscando ese motivo por el cuál no dejar de hacerlo.
Y no te preocupes si me ves llorar, ya sabes que también se llora de felicidad y así es como quiero pensar y extrañarte.
Lloro pensando que aunque te estés perdiendo situaciones estarías feliz y alegrándote por mí.
Lloro recordando lo feliz que te hacía haciendo la payasa.
Lloro feliz recordando tu sonrisa, esa misma que cautivaba y que seguro sigues mostrando.
Si todo ocurre por algo que haya sido para valorar todo el sacrificio que has hecho por mí, por tu lucha diaria y que haya ocurrido para que aprenda que la vida son dos dias y no puedo malgastar uno sin sonreír.
Soy feliz porque me enseñaste a compartir mi alegría y aunque te echo de menos no dejaré que aquel adiós sea una promesa incumplida, no me lo perdonaría.
Gracias por darme la vida, aunque te fueras cuando más te necesitaba.
Te doy las gracias por enseñarme a ser la persona que soy, poco a poco volveré a ser tu niña, pero siempre y eso no me lo arrebatará nadie seré tu chiquitita.