No quería leer libros románticos y soñar con un hombre "perfecto" al que nunca conocería ni conoceré. Creo que esos libros triunfan por la falta de realidad y las fantasías que fomentan; sólo algunas chicas encuentran a su príncipe siendo presentadora de telediario o paseando y no currando en un supermercado.
Mis otoños en New York no eran como en las películas, de casa no salía.
Por motivos profesionales me mudé a Denia y descubrí un otoño diferente.
Madrugadas frías, días calurosos y noches que invitaban a paseos largos y un helado.
La gente llevaba manga corta y sólo distinguías a los frioleros por llevar cuello de cisne y sudar mientras se tomaban un bombón del tiempo.
Mediados de noviembre y era un otoño sin bufanda y un otoño sin pasar frío.
Conocí a Jordan, un chico que venía, al igual que yo, de New York para tener un cambio en su vida...
La primera vez que lo vi ni pestañeé, una sonrisa nerviosa y curiosidad por cómo escribirían nuestra historia en el hipotético caso que se convirtiese en una novela romántica.
Este post es diferente, con vuestros comentarios podéis participar y entre todos crear la historia de Rachel y Jordan. ¿Os apuntáis?
No hay comentarios:
Publicar un comentario