Aquella noche, ardiendo estabas...
Recuerdo tus gemidos, tu tacto en mi piel y q mordieras mi barriga después de comerme a besos, lamer la nata y acariciar cada marca.
Dos veces al año, dos besos castos y enamorarnos...
Cada segundo en tu vida fue un suspiro, miedo e inseguridades, pero valió la pena verte sonreír y lo pronto q me conociste.
Los juegos se acaban, no intentes venderme una realidad, pues ya no está.
Pero lo q recuerdo con más cariño fue verte, imaginarte y soñarte con aquel tanga mientras lees mi libro y me ves, imaginas y sueñas a tu lado, dos veces al año.
Eres consciente del daño q hacen tus palabras silenciadas, prefiero una explicación y dejaré de pensar q me has tomado el pelo. Ven con la verdad.
He apartado de mi vida todo lo q me y nos hizo daño; sólo me quedas tú. La diferencia es q ambos sabemos q no podemos. Intento hablar contigo, imposible y distante. Quiero q vuelva la sinceridad, las risas y verte sonreír u oirte gemir.
No te necesito, aprendí a vivir sin ti, sólo una razón y dejaremos todo este follón.
Esconder lo q sientes por miedo no te convierte en valiente. Es tu vida lo q pasa mientras otro la vive, disfruta y me hace gemir. Hace tiempo q sabes q sin mí, no puedes vivir. Te levantas y marcas una rutina, te levantas y las horas pasan, te levantas...
Un día te levantarás y verás q has desperdiciado la felicidad por matar unas horas...
Un día leerás un libro q hablará de nosotros y soñarás, me imaginarás, pero ya no me verás...
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